lunes, 14 de septiembre de 2009
jueves, 30 de julio de 2009
A la noche
Soneto III
Y no alcanzo
sábado, 27 de junio de 2009
Miraba en la tarde la Mar
domingo, 31 de mayo de 2009
Siento robaros las palabras a los muertos
martes, 5 de mayo de 2009
LA EDAD DE BRONCE
Una edad de bronce anhelo;
nueva era a la que aspiro.
Bronce que al tiempo aurea
y plata de luna al tiempo.
Edad nueva, que nace del hastío
¿Nació acaso la risa del lamento?
Vendrá, con su fuego y con su hielo,
cierta como el aire que respiro,
a librarnos del asedio que rodea
nuestro mundo perezoso y soñoliento.
Pol Roca, 15.abril.2009
domingo, 8 de marzo de 2009
Al imperio
de odas que ciento alaban,
docta humanidad en tu doctrina
como clavaste tus espadas clavan.
¡Espadas afiladas y argentinas
Roma alada! Ciudad divina,
imperio legendario en la neblina
de la codicia esclava.
Viéronte caer; cada cual opinaba:
-¡Infierno que termina!
-¡Urbs, idilio que se acaba!
pol roca 8.mar.2009
miércoles, 18 de febrero de 2009
a la guerra
cuando el llanto de los niños en la noche
por la noche el alma rota desgarraba?
martes, 17 de febrero de 2009
sin título
locuras, castillos en los aires y las sales.
Si olvidar puedo mis sueños
o los creo ya vividos, en amenos
viajes de mi mente, serán cuerdos
sueños. Cuerdos.
No debo añorar más, ni olvidar menos
locuras, palacios en las nubes y los mares.
Me meceré en la rutina. En el tedio
viviré, si aún vivo, sumido.
Del camino me detendré al medio
casi, casi, casi muerto... Dormido.
pol roca; 17.II.2009
lunes, 16 de febrero de 2009
Orgullo y vejez.
de orgullo enchido, y muestra al sol sus hojas ya olvidadas?
El viento azul corta los cielos, y al precipitarse
ataca, ligeros, los cuerpos de las aves.
Aúlla en derredor, hunde las naves,
se encabrita en odio puro, al arreciarse
el odio muere, del mar entre las sales.
Llora el Sauce cuando el viento a lomos
no lucha por arrancar sus miembros;
que son, al cabo -y siente- yertos:
Penosas ramas quedas en el Hades
cual los rostros blanquecinos de los muertos.
pol roca febrero.2009
martes, 3 de febrero de 2009
soneto II
I.
Del sol los rayos besarán sus canas
cual besaron blanca piel que antaño vieron,
y cantaron su plañir en la alborada
-sus primeros llantos ya versos fueron-
Cuando al fin sus pupilas, cansadas,
dilátense en la tarde hasta el ocaso
le dirá Dios al oído éstas palabras:
"¡El Destino de
Sus ojos, azahar y azur vidrioso,
brillarán al expirar, con gesto airoso,
en un último aspaviento de arrogancia.
Morirá contento y, perezoso,
se entregará al destino odioso
en que la vida pasó sin relevancia.
II.
Su cuerpo inerte veía,
de azul tornarse el semblante
en la lejana abadía
do yace su ser menguante
al son de una letanía.
¡Mas no era allí donde estaba
sino en su vida triunfante,
henchido en su rebeldía
frente a la mar encrespada!
Un mar que volar quería.
pol roca 2.feb.-21.abril. 2009
domingo, 1 de febrero de 2009
Soneto I
trémulo el paso en el suelo asentaba
- de tierra y polvo, piedra y grava -
bebiendo el aire a través de una colilla.
Del Norte besa el viento su mejilla
- Gabriel es portador de quien lo daba -
y es tan triste el mensaje que portaba
que por llorar lloraron las orillas.
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Pol Roca; febrero 2009
sábado, 3 de enero de 2009
Descripción de un prado durante el día (Experimental. Sí, es raro porque quería que fuera así...)
Al extender mi brazo desnudo sobre los suaves tallos de hierva noto la calidez con que débil y suavemente acariciaban mi piel, humedeciéndola con la condensación del rocío de la mañana, amontonado en las largas hojas que languidecen en busca del sol, alzado en el cielo en su punto máximo, preparándose para caer en picado sobre el verde prado.
Su luz se refleja y trasluce en el zafiro vegetal, el prado es un poema de colores verdes luminosos. Hay claroscuros de verde contra verde; el oscuro es apenas luz tenue, el claro astros glaucos y jóvenes en la flor y la fuerza de los años alegres. Nace aquí y allá un tallo, otro más allá, por doquier, en todas direcciones, independientes e integrantes de la masa como un mar de gotas de hielo libres fluyendo como gases, como los granos de trigo de mayo en las puertas del molino, recogidos tan solo por el gusto de hacerlo.
Hay también viejos tallos cetrinos y dorados, endurecidos como pequeños juncos, como flautas huecas y nidos de aves pasajeras, todo sembrado de esmeraldas y flautas viejas negándose el alimento por los niños. Moribundos o medio muertos o muertos. Imponentes como torres de vigía frente a un ejército invasor de tréboles verdes oscuros.
A cada pocas hebras de entre el tejido vegetal se alzan rosellas de sangre, como un cuadro puntillista, como una orquestra de arpas rojas entre cuartetos de flautas y hiervas. Amapolas temblorosas e inseguras como madres primerizas, como chiquillos el primer día de escuela bajo un cielo rojo. Amapolas y flautas viejas y esmeraldas lánguidas se entremezclan en la tierra.
Las amapolas son frescas al tacto, del rocío condensado portadoras, y las hierbas cálidas. Y las torres viejas son al cabo inofensivas, pero ásperas, ásperas del tiempo. Y son verdes las luces hasta el horizonte, y rojas.
Los desgarbados yerbajos marrones tímidos se esconden para no prevalecer, como los viejos en las fotografías, como los viejos en las cenas y en los bares y en los bailes. Solo hablan para sí, sin saber que todos desean de sus enseñanzas. Porque serán cetrinos y dorados los tallos verdes un día y se despuntarán sus afilados filos, como espadas veteranas, perdiendo en belleza, ganando en enseñanzas, y también dejará de sangrar la tierra un día frío esmeraldas floridas. Porque todo cesa y todo acaba. Porque el verde al cabo del camino se torna en oro. Y no ha de darle miedo a la gema aurear, porque es dorarse al sol la vida, y volver al sol un día o quizás a la tierra, los cielos o los mares.
Tras el horizonte verde teñido de esporádicas heridas, se eleva limpio un cielo de turquesa clara y luminosa. Es el día. Es el azul del pálpito azorado del corazón del mundo, con que las sangres fluyen para irrigar los prados. Es la casa de las aves y los sueños.
Alza del mar su azul marino, como a una sábana azul arrastrando, y de estirar el azul marino es celeste en el mar. Pero el azul es el mismo.
El círculo del horizonte se alza desde la tierra como una semiesfera de cristal bufado sobre una lámina radial de óxido de cobre con impurezas de hierro. Tras ella resplandece el sol de estío contemplando la creación. Deslizando la vista sobre la tierra. Colores. Verdes, gualdas, añiles, celestes, violas, azafranes...
Satisfecho el sol se oculta, y todo en un momento desaparece, naranjas, beiges, malvas, lilas... Y todo se vuelve negro en el reino de la luna.
Pol Roca; 2009