lunes, 13 de septiembre de 2010

ARTÍCULO "Sobre todo lo que prescribe"

Es curioso que, cuando un hombre pierde la capacidad de la bondad o la maldad, es cuando se lo considera realmente bueno. En sus respectivos velatorios, los familiares admiran el carácter reservado de aquél hombre de negocios que nunca dijo que los quería; la forma en que su carácter exigente y perennemente inmutable los llevaba siempre a intentar superarse en una épica e infructuosa búsqueda del éxito. Las furtivas miradas que éste dirigía a su atractiva y joven secretaria, reprobadas anteriormente por sus empleados, siempre a espaldas del terrible jeque, serán en éste día intercaladas, no entre chistes sobre viejos verdes, como habitualmente lo habían sido, sino entre sentencias de pena y redundantes rotundidades a cerca de lo grande que hubo sido aquél hombre. Todo ello justo el día en que menos podrá el difunto escucharlos.

¿La bondad sería, pues, bajo el ojo vidente de la matemática, directamente proporcional a la debilidad, la vulnerabilidad o aún a la cercanía inevitable de la muerte? ¿Prescriben acaso tras la muerte, de una forma mágica, espontánea y lícita, el cómputo de los delitos de toda una vida? Poco hay que decir a ello; aunque la mona muera, mona se queda.


Pol Roca, 1º de abril, 2010